sábado, 20 de septiembre de 2008

Zohan: Licencia para peinar


Zohan: Licencia para Peinar trata de un agente secreto israelí, interpretado por Adam Sandler, que está cansado de tanta misión y guerra, por lo que decide fingir su propia muerte y cumplir su verdadero sueño: irse a Nueva York para ser peluquero esperando no ser descubierto por sus enemigos.
Se puede pensar que una película de este tipo, a las que desgraciadamente nos tiene acostumbrados su protagonista, tampoco es de las que genera muchas expectativas o que destaque por su complejidad. Estoy de acuerdo, sin embargo el guión está firmado por, entre otros, Judd Apatow, que lleva varios años demostrando que sus comedias son garantía de calidad. Lio Embarazoso o Supersalidos son algunos de los ejemplos que mejor ilustran este argumento, donde no sólo se busca (y se consigue) hacer reír al espectador, sino hacerlo mediante una historia con trasfondo moral que nos hace reflexionar.
En el caso de Zohan no podemos decir, al menos, que no haya momentos cómicos (los primeros trabajos que realiza el protagonista en la peluquería a las ancianas son memorables), pero tampoco son gags que proliferen demasiado. Se da más bien un humor plano, sin sentimiento, demasiadas veces reutilizado y que ya no produce las cosquillas originales en el espectador: por estos motivos nos encontramos con una película con muchos altibajos (más bajos que altos) que no consigue mantener el nivel de las mejores escenas ni el interés del receptor.
Esto nos produce la sensación de haber visto la cinta sólo con visualizar los primeros minutos. Se puede clasificar dentro de ese grupo de películas cómicas donde los chistes se basan en lo políticamente incorrecto, en la ambigüedad sexual y en las alusiones denigrantes a las minorías. Esto no quiere decir que todas las películas que cuenten con estos gags para conseguir la risa del espectador sean malas: ponemos enumerar algunos ejemplos, como South Park, que utilizan estos recursos y consiguen una historia coherente y cuanto menos decente.
Zohan no es nada de eso. Parece buscar la risa por la risa, escudándose en que si no nos muestran chistes continuamente, aunque sean malos, la calidad de la cinta decaerá. De lo que no se dan cuenta es que es precisamente eso lo que la convierte en una mala película o, al menos, no a la altura de otros grandes ejemplos de la comedia.

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