lunes, 22 de febrero de 2010

Precious

Precious es el paradigma más evidente de persona rechazada por la sociedad: afroamericana con obesidad mórbida que vive en uno de los barrios más pobres de Nueva York deseando una vida que no puede llevar a no ser que tome medidas radicales. Además ha sufrido abusos físicos por parte de su padre y contínuos abusos psicológicos por parte de la madre. Su vida no puede ser más negativa: las violaciones del padre la han provocado dos embarazos, y todo ello con tan sólo 16 años.
La crudeza de la película es un elemento que impera durante todo el metraje, con contínuos obstáculos que se presentan en el camino de la protagonista. No quiero entrar a valorar la novela en la que se basa, que no he leído pero que parece ser mucho más dura que la cinta de Daniels. A pesar de ello el filme nos expone desde el primer momento la lucha diaria que vive Precious para continuar con su vida y para llevar una existencia lo más normal posible. Esta crueldad y ensañamiento con el personaje principal recuerda a otro largometraje anterior, Princess (Anders Morgenthaler, 2006), donde una niña pequeña que siempre ha vivido su corta existencia con su madre prostituta ya ha asimilado los abusos sexuales como algo normal en su vida. Sin embargo en Precious no se llega a ese extremo: ella es consciente de que la vida que lleva no es la de una persona normal, tiene sueños y metas en la vida pero también tiene demasiado miedo como para enfrentarse a sus problemas.
Pese a que no hay un trabajo narrativo demasiado trabajado, si podemos encontrar unos personajes más elaborados, aunque el guión tampoco explota todas las posibilidades que le ofrece la historia. Puesto que todo el argumento gira en torno a Precious, ella sí que está perfectamente delimitada, con una psicología compleja puesto que se ha visto obligada a vivir situaciones nada agradables y porque contínuamente está sufriendo los descalificativos de su madre. Gabourey Sidibe realiza un papel más que digno, especialmente para una debutante, y sobre todo porque no era nada fácil interpretar a un personaje así. Sin embargo, en el duelo que se da entre ella y su madre, claramente sale victoriosa su progenitora, interpretada por Mo'Nique.
Ésta realiza un papel realmente bueno, sobre todo porque no interpreta a un personaje con el que el espectador se pueda indentificar (aunque habrá gente que lo haga) o que despierte la simpatía del público, sino todo lo contrario: desde el primer momento en el que aparece nos podemos dar cuenta de que la penosa situación en la que se encuentra Precious es debida, principalmente, a la madre y a su pasividad ante los abusos del padre, a los que posteriormente se une. El monólogo final de la madre, donde narra los primeros abusos que realizó su marido a la niña, delante de la propia Precious y de la asistente social intepretada por Mariah Carey, no puede dejar indiferente a nadie. Y no es sólo por lo bien que lo hace la actriz, sino por los hechos que cuenta y los cambios emocionales que sufre durante la narración. Es una escena que pone los pelos de punta a cualquiera.

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