domingo, 13 de abril de 2008

Cuentos Go Go

Go Go Tales (2007) (Dir. Abel Ferrara, US)


La singular violencia de los inicios de este singular director, como en “The Driller Killer (1979”) y “Ms. 45 (1981)”, mutan a una sarcástica mirada de los verdaderos dueños del juego en “The King of New York (1990)” y la corrupta, policía, en la magnífica “Bad Lieutenant (1992)”. Con el correr de los años sigue su proceso de transformación, como lo testimonian “New Rose Hotel (1998)”, su espiritual “Mary (2005)” y finalmente llega al paraíso con “Go Go Tales (2007)”, su última película.

Un paraíso en extinción en Nueva York, donde el dinero es quien manda en distintos sabores. Con estos ingredientes Abel Ferrara arma una comedia dramática única, a su estilo. Quien no conoce a Abel Ferrara no conoce la Nueva York en constante decadencia, tan distinta a la famosa ciudad que sensualmente se nos ofrece desde los irresistibles brochures de las agencias de viajes. Somos los testigos de la agonía en 96 minutos – tiempo real en la cinta- de un club nocturno de strip-tease de la isla de Manhattan. Un paradójico paraíso donde todos sus habitantes solo sueñan con abandonarlo.

Bajo la mirada constante de su dueño, Ray Rubi (William Dafoe), que desde su oficina observa la acción en monitores estratégicamente ubicados, vamos percibiendo que su objetivo no es tanto ver lo que sucede en su club, sino poder controlar que quien no sea visto sea él. Esconde algo, y es un secreto que mide 18 millones de dólares. No lo esconde solo, sino con la complicidad de su contador Jay (Roy Dotrice). Ellos dos, siguiendo complicadas estrategias numéricas y logísticas, están seguros de poder lograr su sueño y nadie tiene que saberlo. La razón es simple: la financiación de su complejo proyecto la obtienen del dinero que pertenece a los empleados del paraíso.

Una puesta en escena muy bien lograda bajo la dirección artística de Fabio Cianchetti (“El Tigre y la nieve”). La mayor parte de la película fue filmada en los estudios Cinecitta de Roma, con exteriores de La Gran Manzana. La dirección de Ferrara se traduce en las continuas escenas caóticas del club nocturno, donde casi al alcance de la mano pasan las semi desnudas mujeres, y detrás de sus voluptuosas figuras, nos deja pequeños huecos desde donde seguimos la trama. Sus acostumbrados cambios de velocidad en algunas de las escenas - juegos de edición de Ferrara - se entremezclan con las imágenes de baja calidad de los monitores de seguridad, creando un ambiente de planos paralelos, ecos visuales de diferente profundidad. Imágenes dentro de la imagen.

Las mujeres siguen desfilando en el escenario siguiendo el ritmo sensual de la música. El paraíso comienza a llenarse, pero no de clientes, sino de reclamos, accidentes y frustración. Hacen su aparición en escena, como en desfile final, el hermano de Ray, Johnny (Matthew Modine) y la dueña del local Lilian (Silvia Miles), y un desorientado gerente Barón (Bob Hoskins) observa como sus ya acostumbradas tretas de persuasión han alcanzado la tan temida fecha de caducidad.

Ray observa y se escabulle. Como aliándose con él, Ferrara aquí nos distrae, saca los ases de sus mangas, sus ángeles más peligrosos. Su ya favorita Asia Argento, “Monroe”, hace un despliegue único de belleza y desenfado en un acto que culmina con un apasionado beso con su perro. En el remate se sube al escenario la súper modelo Bianca Balti, “Adrian”, más conocida en el mundo de la moda, por ser una de las elegidas del catálogo de Victoria Secrets. Como ya estamos en el cielo, de acá en más solo nos espera bajar a los infiernos.

La muchacha de la lotería canta los números ganadores. La enloquecida estrategia de Ray y Jay, para nuestra sorpresa da resultado. Abel Ferrara es hábil, se burla de nosotros sin que nos demos cuenta. Los últimos minutos nos dejan sin saber que pensar. El desplome emocional de Ray, en un monólogo entre catártico y esquizofrénico, marca el final de la historia, detrás de una absurda montaña de billetes de lotería que invariablemente recuerda la escena final de Al Pacino en “Scareface (1983)”.

Imposible poder comparar esta película con algunas de las cintas anteriores de este director, sin embargo la aguda crítica está presente a una sociedad con valores cada día mas bajos y lo peor es que sin esperanza de mejorar. Un cuento de reencarnación inútil que, una vez más, nos distingue como la única especie con el don de tropezar más de una vez con la misma piedra.

Guillermina Montanari

2 comentarios:

Karulosu dijo...

Bienvenida a Cinefrenía!!
Esperamos seguir viéndote por aquí a menudo y disfrutar de tus artículos. Muy bueno el texto por cierto.
Un saludo.

Karulosu dijo...

El anterior comentario es mio que no se qué le ha pasado con la identidad que tampoco me deja editar la entrada.
Bueno así tienes más comentarios para el artículo.
Saludos.