jueves, 10 de abril de 2008

Cuentos de Terramar


Cuando uno lee los títulos de crédito de esta película, donde aparecen juntos los nombres de Goro Miyazaki (que no Hayao) y el Studio Ghibli, no se puede evitar el evocar algunas de las más grandes películas de animación japonesa que se han producido en la sede del estudio como La Tumba de las Luciérnagas, La Princesa Mononoke o El Viaje de Chihiro.
De esa tradición anterior toma la mayoría de referencias que aparecen en la cinta: la estética que presentan los soldados es muy similar a la de algunos personajes de Nausicaä del Valle del Viento (Hayao Miyazaki, 1984), al igual que el tipo de espadas que utilizan, que parecen ser tomados conscientemente de la película de su padre. Otro elemento que no se puede tener por original de la cinta son las vestimentas de los protagonistas, que nos recuerdan demasiado a la mítica serie Heidi, la Niña de los Alpes (Isao Takahata, 1974). Esto no deja en muy buen lugar a su director: demuestra que por ahora este tipo de cometidos le quedan grandes y que la falta de originalidad de su trabajo no deja lugar a dudas.
Si el director demuestra sus puntos débiles por adoptar todas estas características de una forma tan clara, sin ningún tipo de tapujos y sin buscar una nueva iconografía para su película, con ésta ocurre todo lo contrario. Gracias a la aportación de otras obras como las que he nombrado antes, nos encontramos con un asomo de los mejores ejemplos de la historia de Ghibli, con lo que podía haber sido y no fue: la fantasía a la que nos tienen acostumbrados se consigue con esos pequeños elementos de Nausicaä o de Mononoke, pero el conjunto no termina de cuajar como una obra completa. Le falta algo, y ello es sin duda el trabajo del director para saber unificar un material de tanta calidad.
Aparte de lo anterior, cabe destacar que la película está basada en una serie de novelas: El Ciclo de Terramar de Úrsula K. Le Guin. Al igual que pasó hace unos años con la adaptación al cine de Alatriste (Agustín Díaz Yanes, 2006), nos encontramos con tanto material literario que al pretender realizar una película de todo ello, el resultado es una historia enrevesada, con numerosos hilos argumentales que quedan sin resolver y con otras que están metidas a presión. Con Terramar sucede exactamente lo mismo: la historia parece tan compleja y quiere abarcar tanto que muchos elementos se quedan en el aire, algo muy frustrante para los que no hemos leído las novelas.
Al ver Cuentos de Terramar
no nos vamos a encontrar una de las mejores cintas de Ghibli, de historias con moralejas y personajes desconocidos con los que nos podamos identificar. Es una película que se caracteriza por estar realizada en el estudio japonés, pero que no alcanzará los niveles de calidad de los grandes maestros de la animación: la sombra de Hayao Miyazaki es demasiado larga.

1 comentario:

Guille Montanari dijo...

La primera imagen que mi mente asoció a la foto publicada, fué la infaltable Heidi, de mis tardes patagónicas frente al televisor y mi cafe con leche con tostadas. No me sorprendió entonces encontrar la asociación en tu comentario. No soy adepta a este tipo de cine, pero si se me antojó ver algo de lo bueno y espero hacerlo pronto, siguiendo tus sugerencias.
Me encanta tu estilo ácido y crítico.
Besos
Guille