viernes, 15 de febrero de 2008

4 Meses, 3 Semanas y 2 Días


4 meses, 3 semanas y 2 días forma parte de un conjunto más ambicioso de películas simbólicamente titulado “Relatos de una Edad de Oro”. Estas cintas tienen como objetivo común contar una historia que se desarrolle durante la época comunista de Rumania sin hacer referencia directa al régimen político.
Mungiu eligió para escribir su guión el tema del aborto. Ilegalizado en su país en 1966 por el dictador Nicolae Ceaucescu, provocó la muerte de más de 500.000 mujeres por su práctica ilegal, algo que posteriormente se entendió más como un movimiento de rebelión contra el régimen que como un asunto moral.
La historia se desarrolla a mediados de los años 80 (el régimen de Ceaucescu terminaría con su muerte en 1989), donde la universitaria Gabita (Laura Vasiliu) busca abortar, acompañada de su inseparable amiga Otilia (magnífica Anamaria Marinca). El problema aparece cuando deben llevar a cabo esta intervención ilegalmente, y que por lo tanto se arriesgan a acabar en la cárcel e incluso a la muerte. Con todo ello, recurren al Sr. Bebe (Vlad Ivanov), un especialista en abortos fuera de la ley que deberá operar en la habitación de un hotel.
Esta situación, vista desde fuera, podría parecer una auténtica locura que llevaría a preguntarnos si de verdad están dispuesta las protagonistas a correr semejante riesgo para abortar. Aquí es donde toma parte el estilo con el que Mungiu impregna cada una de las escenas: el realismo y la crudeza es tal que el espectador ya no se plantea este tipo de interrogantes, sino que tomamos las decisiones de las dos protagonistas (e incluso del propio Sr. Bebe, aunque no sean muy ortodoxas) como algo lógico, donde el por qué es secundario.
Pese a lo interesante de este personaje, el argumento se centra en el dúo femenino que es el que provoca la situación principal. Las dos féminas forman las dos mitades de un todo: mientras que Otilia es activa, serena y más optimista, Gabita representa el pesimismo, la pasividad y la inestabilidad. La primera es la que lleva el peso de la historia, la que se enfrenta al aborto como un problema que tiene (difícil) solución pero que debe resolver. Sobre todo es ella la que tiene que vivir la peor parte de enfrentarse a algo así, un sentimiento que demuestra en las escenas donde tiene que salir del hotel y hacer frente a las miradas de la gente mientras espera que nadie conozca la verdadera historia y las denuncie. El hotel se convierte, irónicamente, en el lugar más seguro donde pueden esconderse de las leyes y los juicios de un régimen impuesto.
Sin embargo 4 meses, 3 semanas y 2 días no es sólo una historia que muestra las consecuencias de vivir en un sistema dictatorial. Tampoco se trata de una denuncia contra el aborto ilegal y los efectos negativos que puedan concurrir en la mujer que lo practique. Es una película sobre el miedo: un sentimiento tan omnipresente en nuestra sociedad y en nuestras vidas que marca, sin saberlo, nuestra forma de pensar y de actuar. Una historia que no dejará indiferente a nadie.

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